Para nadie es un secreto que la crisis de nuestro país vecino, Venezuela, ha impacto a Colombia, ahora en las calles y en el transporte público es casi normal encontrar cientos de venezolanos, vendiendo productos o pidiendo recursos para lograr sobrevivir, lo triste es que en medio de todo este contexto encontramos a cientos de niños expuestos a múltiples peligros.
Según la Defensoría del Pueblo más de 300 mil niños venezolanos requieren atención humanitaria, ya que son vulnerables a situaciones de alto riesgo por cuenta de diferentes tipos de violencias, por esto, más allá de hablar de la cantidad de venezolanos que han llegado al país, 1’032.016, debemos pensar en la protección de los niños, quienes lastimosamente siempre son los más afectados en todo este tipo de situaciones.
Precisamente hace unos días presenté un proyecto de ley a fin de establecer lineamientos para la creación de una política pública de migraciones, con el objetivo de proteger los derechos humanos de los migrantes, creo que urgen medidas de impacto que protejan a la población infantil.
Es urgente que en el país existan políticas públicas direccionadas a los niños, a los adultos mayores, a las personas enfermas que en este momento están en la intemperie en las plazas públicas de Colombia. Nuestro país no estaba preparado para enfrentar este fenómeno migratorio, por esto hay que organizarnos desde todos los ámbitos de la sociedad para brindar protección a los más vulnerables.
Muchos han comparado esta crisis migratoria con la que se ha presentado en la comunidad europea, pero es algo muy diferente ya que a Venezuela y Colombia las une una historia, un idioma, por esto en medio de esta tragedia humanitaria debe existir solidaridad.
Hace unos meses Bogotá era la tercera ciudad del país con más migrantes venezolanos, hoy es la primera con más de 230 mil, lo que exige mayor corresponsabilidad entre el Gobierno nacional y Distrital.
Nuestra nación ha tenido que asumir, prácticamente sola, la migración de los venezolanos que se han quedado en nuestro territorio sin que las cargas se repartan equitativamente entre los países del continente, es de reconocer los esfuerzos que se han hecho, pero ahora el gran desafío es lograr que los niños sean atendidos de manera inmediata y que se les garanticen todos sus derechos. No olvidemos que muchos de ellos llegan en condiciones críticas de salud a causa de la desnutrición de la que han sido víctimas en su país.
Por esto creo que afrontar humanitariamente esta tarea depende del compromiso de todos: del Gobierno, del Legislativo, de nuestros conciudadanos, de poder establecer los marcos para la atención migratoria actual y futura, pues nunca habrá certeza si se repetirá o no hacia el futuro esta situación.
Necesitamos ayudar a nuestros hermanos de Venezuela desde una perspectiva humana, dando prioridad a la infancia. Cabe recordar que la Guía Sobre el Derecho Internacional de los Refugiados desarrollada por ACNUR y la Convención sobre los Derechos del Niño, de la que son parte casi todos los Estados del mundo, se aplica a todos los niños sin discriminación.
Esto quiere decir que tenemos el deber de dar protección y asistencia humanitaria a todos los menores de edad que ya se encuentran en nuestro territorio y que provienen de otra nación, sin importar si están de forma regular o no, definitivamente este será un gran desafío, pero estoy convencida que podemos lograrlo.