Además de leer los periódicos de aquellos países a los cuales el Presidente Iván Duque ha ido en visita oficial o de Estado, también he llamado a amigos de las naciones visitadas para saber qué se dice y qué opinión o imagen dejó nuestro Mandatario en dichas visitas.
La respuesta de todos aquellos con quienes pude hablar, así como lo que reflejan las noticias en aquellos países, no podría ser más satisfactorio para cualquier colombiano. En sus respuestas todos han tenido puntos en común: resaltan cómo nuestro Jefe de Estado conoce la realidad Colombiana, maneja los temas económicos, tiene una gran cultura, facilidad de expresión y ordenamiento en sus ideas. Además, lo describen como un hombre carismático, que se defiende muy bien ante los medios de comunicación.
La juventud que refleja, al parecer no se compadece con el gran conocimiento de los diferentes temas de Estado y su temperamento calmado y controlado, pero a su vez dicen es un convencido de sus ideas, las cuáles defiende con vehemencia y lo que logra crear en los demás es una gran admiración hacia él por parte de quienes tienen la oportunidad de conocerlo o escucharlo.
Debo manifestar que, como colombiano, me siento orgulloso de oír tan buenas opiniones acerca de nuestro mandatario. En algunos casos incluso, algunos manifiestan que sienten envidia de las cualidades de nuestro Presidente.
Ahora bien, que bueno sería que dicho reconocimiento fuera el mismo que se le diera dentro de nuestro país y sirviera de base para legitimar su accionar político, pero desafortunadamente ello no ha sido así. Al preguntarse uno qué sucede, llega a la conclusión de que la polarización que estamos viviendo en nuestro país es la que no permite que internamente se tenga el mismo reconocimiento.
Por un lado, la oposición le ha hecho mucho daño y ha creado un clima de pesimismo que es peligroso para el desarrollo económico de nuestra Nación y por otro lado, los partidos que acostumbrados a recibir puestos y contratos y que no comulgan con la decisión del Presidente de gobernar de manera distinta, se han encargado igualmente de generar una mala imagen y afectar su gobernabilidad. La combinación de estos factores la vemos en el actuar de las distintas ramas del poder que se han sumido en una competencia por demostrar quien tiene más poder, en una actitud dañina y poco constructiva, generando una profunda afectación a la aplicación del mandato constitucional de la armonía que debe existir entre las tres ramas del poder público.
La falta de un gran acuerdo de gobernabilidad al interior del país, que entienda los intereses superiores a los que nos ha invitado el Presidente, sin importar si se es de izquierda o derecha o sin condicionar su vinculación a la participación en puestos o contratos, es la causa última de la polarización que estamos viviendo y de la consecuente diferencia de imagen interna y externa a la que me he referido.
Por todo esto, es necesario y urge que la Ciudadanía exija a los líderes políticos y candidatos una responsabilidad en sus planteamientos y una actitud patriota, en momentos en que se acercan las campañas electorales para elegir los nuevos mandatarios tanto municipales como regionales y sus cuerpos legislativos.
Colombia debe estar por encima de intereses particulares e incluso partidistas. Lo que nos estamos jugando es el futuro de nuestra Nación y por qué no decirlo de nuestros hijos y sucesores. Tenemos que rescatar la credibilidad, lograr consensos en los temas fundamentales y tomar desiciones que nos una en los objetivos de un norte claro y el optimismo que requerimos.