En la semana anterior tuvimos la oportunidad de asistir e intervenir en un panel en la Cumbre Mundial de los Páramos en la ciudad de Bucaramanga que, contó con una amplia, variada y muy representativa participación de actores institucionales, académicos, científicos, ambientalistas como de Colombia, como de Suramérica.
Que haya sido Bucaramanga la sede, no es una casualidad. La región santandereana se convirtió en los últimos años en escenario del debate más fuerte en Colombia sobre la defensa de un Páramo ante proyectos de mega minería, como lo fue el Páramo de Santurbán.
El comité pro defensa de Santurbán, la alcaldía de Bucaramanga con el titular Dr. Juan Carlos Cárdenas a la cabeza y organizaciones muy militantes ambientales desplegaron una fuerte reacción contra la minería que iba a afectar la generación de aguas que surten los acueductos de Bucaramanga y decenas de municipios de Santander y Norte de Santander. Más de dos millones de habitantes y por supuesto el subyacente daño medioambiental.
Esta reacción ciudadana e institucional escaló el debate del nivel regional al nivel nacional. Pusieron al país a hablar de su problema y de su lucha.
Se convirtió Santurbán en una causa nacional de todos los colombianos. Los defensores de la vida y de la naturaleza se movilizaron y pronunciaron. Fue así, como tuve la oportunidad de convocar un debate en la plenaria del Senado para sumarnos a la defensa de Santurbán, pero sobre todo frenar el otorgamiento de la licencia ambiental que la empresa Minesa de origen en los Emiratos Árabes había solicitado a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales ANLA para el proyecto Sotomonte que no es otra cosa que minería en el Páramo. En Santurbán se jugaba la suerte de todos los páramos de Colombia. Si había licencia para Santurbán habría minería en todos los páramos del país. Ese era el sentido de nuestra intervención y de verdad fue una causa nacional.
Luego de unos días del debate, que fue en noviembre de 2020 la ANLA archivó el expediente de solicitud de licencia. Ojo, solo archivó, no negó la licencia. Hay una situación de indefinición, latente que deja viva la posibilidad de un nuevo intento de solicitud de licencia. Por ello, tenemos que continuar vigilantes todos nosotros que creemos que la vida y el agua es primero que el oro de los codiciosos y acumuladores de capitales que quieren pasar por encima de comunidades enteras y sobre sus derechos fundamentales.
Hicimos exposición en Bucaramanga sobre los alcances de la Ley 1930 de 2018 que tramitamos, la que versa sobre gestión integral de páramos en Colombia. Un gran instrumento de defensa.
Fue un gran escenario para quienes amamos la vida y para quienes creemos que hay que practicar también ¡Paz con la Naturaleza!, como no, en Colombia tenemos el 50% de los páramos del mundo un privilegio en riesgo.