Aproveché la época de Semana Santa para repasar algunos documentos importantes que llegaron a mis manos, especialmente uno preparado por la Asociación de Instituciones de Educación Superior del Caribe colombiano, Asiesca, y la Universidad Autónoma del Caribe, instancias que actualmente son presididas por Ramsés Vargas Lamadrid.
Se trata de un documentado y profundo análisis sobre el Plan Nacional de Desarrollo, en relación con lo que le plantea a la Costa Caribe. Son muchos los puntos preocupantes a destacar y lo haré en días sucesivos para alertar respecto de situaciones que pueden ser gravosas si no reaccionamos durante el trámite del proyecto en el Congreso de la República.
En este orden, pienso que el estudio es un insumo fundamental para la Comisión Accidental del Caribe en el Senado y la Bancada de la región en la Cámara de Representantes. Si no corregimos algunas situaciones que se presentan en el Plan “Todos por un Nuevo País 2014 – 2018”, podríamos quedar con una mejor Colombia en el centro y peores regiones en la periferia.
Inicialmente me referiré a lo que pasa con San Andrés, la Costa Continental y el Plan Nacional de Desarrollo. Concluye el sector académico que “la propuesta para el Caribe se proyecta ambigua en el tratamiento de la subregión insular. En la delimitación de las regiones incluye a San Andrés y Santa Catalina como parte de la región norte, pero, más adelante, en el diagnóstico y en la propuesta estratégica, las exhibe desagregadas del área continental costera pero articuladas a la esfera política nacional”.
Comparto lo que sugieren las universidades cuando afirman que “la visión regional sugiere el tratamiento integral del contexto continental e insular propio del Caribe”.
Debemos echarle mucho ojo a la visión objetivo del Plan Nacional de Desarrollo para la región, porque de manera textual esta se formula así en el proyecto gubernamental:
“El Caribe colombiano será un territorio próspero para todos sus habitantes, habiendo avanzado de manera importante en la reducción de la pobreza, en la eliminación de la pobreza extrema y en la formación de un capital humano productivo e integral. Una región que al tiempo que se consolida como la principal plataforma para el comercio internacional con Europa y Centro y Norteamérica, desarrolla su potencial agropecuario y marítimo de manera sostenible, generando oportunidades económicas incluyentes en todo su territorio, gracias al actuar coordinado de los distintos actores públicos, privados y sociales”. Lo anterior debe comprenderse como la visión del Caribe continental, es decir la referida solo a Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre.
El otro punto ya muestra una visión particular sobre el Archipiélago de San Andrés. Dice: “En el Caribe insular, Colombia habrá incorporado plenamente el territorio marino-costero al desarrollo. Este será reconocido como componente integral de la identidad y la diversidad nacional y contribuirá al crecimiento verde con equidad. El departamento Archipiélago se habrá constituido en uno de los principales destinos turísticos de la región Caribe, que saben conservar y aprovecha su condición de Reserva de Biosfera de Seaflower, la identidad cultural del pueblo Raizal y el multilingüismo de su población”.
Tienen razón Asiesca y UniAutónoma cuando afirman que esos textos reflejan la convergencia de dos visiones a cambio de una integrada y consensuada. El análisis universitario destaca que la primera parte referencia propósitos de largo plazo para el área continental, mientras que la segunda lo hace para la insular. Por ello se puede afirmar que tal circunstancia contradice el discurso integrador y el enfoque metodológico planteado al inicio del capítulo XI de las Bases del Plan Nacional de Desarrollo, A mí también me preocupa que se determine un referente nacional y no de región en el desarrollo del archipiélago: ¿A qué puede deberse ese criterio segregacionista?
Igualmente llama poderosamente la atención que en el componente continental no se introduzca el turismo como potencial económico integrador reconocido en otras partes del Plan. “Los elementos de identidad cultural al igual que la potencialidad ambiental y ecológica de la zona tampoco están presentes en esta visión. En contraste con lo anterior, sí se incorporan al componente insular en la mira de un propósito que involucra intereses políticos y ambientales nacionales”, sostiene la investigación académica.
Si bien la propuesta continental advierte la vocación marítimo – portuaria designada por la Nación a un territorio que concentra el mayor número de puertos de exportación del país, sorprende que el Plan consolide el papel del Caribe como plataforma para el comercio internacional pero no articule actuaciones concretas que inserten las actividades económicas regionales a la actividad exportadora.
Puede afirmarse entonces que la visión de la estrategia regional, además de separatista, adolece de un lema de integración territorial de fondo. Por tal motivo las universidades del Caribe aseguran que “el enfoque segregacionista en el manejo de la subregión insular impide la obtención de un diagnóstico y de una propuesta de desarrollo en función de problemáticas y potencialidades integrales, a la vez que incrementa la dependencia centralista en lugar de propender por la consolidación de la autonomía y la sostenibilidad administrativa local”. Es algo que tendremos que debatir muy seriamente en el Congreso. Por favor visitewww.josedavidname.com o escríbame a jname@josename.com