Sesión virtual del senado, un desafío ignoto, dice su presidente.

 

Presidente del Congreso Lidio García Turbay

Como la más inclemente de todas las pruebas calificó el presidente del Senado, Lidio García Turbay la emergencia que vive el mundo, tras calificar la sesión virtual del congreso que lidera como un desafío, jamás afrontado en los 209 años de vida republicana.

Rememorando la frase de la Organización Mundial de la Salud, García Turbay, anotó que en esta emergencia sanitaria y social por la que atraviesa   el mundo, se requiere una acción efectiva e inmediata de gobernantes, personas y empresas.

“Si me dejan agregar una sentencia: no estamos en frente de una crisis de salud pública, sino ante una crisis global que se sobrepuso al entendimiento y a la capacidad de respuesta de los Estados y de la ciencia”, subrayó García.

Veamos el texto de su discurso:

 Democracia virtual

Intervención del senador Lidio García Turbay, al inaugurar las sesiones virtuales del Senado de la República. Cartagena, 13 de abril de 2020.

Honorables congresistas:

A esta hora, en algún lugar del mundo y de nuestra patria, millones de hombres y mujeres luchan por la vida. Unos, por salvarla; otros, por no dejar que se les vaya. Algunos lamentablemente ya no lo lograron.

Antes de iniciar formalmente este nuevo período de sesiones, les pido que abran sus corazones para rendir homenaje, con un minuto de silencio, a los ciudadanos que se nos fueron y a los que aún no pierden la esperanza.

(Minuto de silencio)

Asistimos hoy a una cita histórica. En momentos en que una pandemia de carácter global acecha la salud de los colombianos y la propia institucionalidad, el Senado de la República sesiona de manera virtual.

Lo hacemos empujados por la circunstancia;  también, en el marco de las posibilidades que nos ofrecen los tiempos en que vivimos.

Desde que José Manuel Restrepo, Enrique Rodríguez, Manuel Campos, Camilo Torres y Joaquín Camacho, suscribieran el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, han transcurrido 209 años de nuestra historia congresional. En todos, nos habíamos encontrado físicamente, para discutir, mirándonos a los ojos, las leyes más convenientes.

Pero estamos ante un contexto sobreviniente, que en medio de la confusión nos obligó a asumir un desafío que jamás le había tocado a ninguna mesa directiva ni a ningun Congreso en Colombia. De ahí la confusión que en los días pasados generó algunas incertidumbres, frente a las que por supuesto me excuso formalmente, pero que de ninguna manera soslayan mi compromiso ante el país.

Lo que hoy tenemos, permítanme subrayar lo que a estas alturas debe estar claro en la conciencia de todos, es un desafío ignoto. La Organización Mundial de la Salud lo ha dicho: “Es una emergencia sanitaria y social mundial que requiere una acción efectiva e inmediata de gobiernos, personas y empresas”.

Si me dejan agregar una sentencia: no estamos en frente de una crisis de salud pública, sino ante una crisis global que se sobrepuso al entendimiento y a la capacidad de respuesta de los Estados y de la ciencia.

No es una prueba más; es la más inclemente de todas.

Por eso nos encontramos aquí para atender el llamado que nos hace la sociedad en general. Si al final cada país está haciendo sus propias lecturas de la emergencia para aportar sus recetas a las búsquedas que hace cada comunidad de médicos, políticos y economistas, la que hoy atendemos es una convocatoria que nos trasciende como nación.

Atrás deben quedar los debates que en su momento tuvimos para revisar la conveniencia de la virtualidad de las sesiones. Hoy, esas son discusiones menores.

En tanto hay decisiones que afectan el marco normativo y legislativo, necesitábamos decirle al país -y al mundo-, que podían contar con nosotros. Démosle la bienvenida, entonces, a la democracia virtual, que en el mismo contexto nuestro están aplicando todos los congresos y asambleas del planeta.

En nuestra agenda seguramente habrá otros temas trascendentales de país que no podemos obviar en la urgencia, pero será ella, la urgencia, la que ponga a prueba la capacidad de un Congreso que debe estar a la altura de estas circunstancias, de nuevo, inéditas.

Ahí tenemos al sistema nacional de salud, que nunca había tenido más demanda. En su respuesta ha desnudado carencias institucionales sobre las que debemos actuar; pero también ha hecho evidente fortalezas como el compromiso y la vocación de un cuerpo médico que, literalmente, está dejando su último aliento en las salas de urgencia y cuidados intensivos. Para ellos, la admiración y el respeto de este Congreso.

La pandemia ha demostrado, a ellos y a nosotros,  que la vida es frágil y que frente a su preservación fuimos despotas y altaneros. Todos. Tanto los ciudadanos comunes y corrientes como quienes estuvimos llamados a tomar decisiones.

Andábamos por el mundo con una soberbia sin límites, desafiando hasta las leyes naturales, mientras el mundo clamaba a gritos que nos calmáramos.

Hoy estamos muertos del miedo. La lección está aprendida. Les invito a que asumamos la nuestra con responsabilidad.

No seamos tribunos para criticar y vetar cualquier decisión gubernamental que se presente; tampoco, pilastros generosos que amparen todo lo que venga del Ejecutivo. No asistamos como animadores de empresas políticas futuras, en procura de estrados para visibilizar pretensiones, pero que este tampoco sea un escenario para  los coros áulicos que aplauden todo lo que tiene sello ministerial.

Recojamos las polarizaciones desmedidas, sepultemos las vanidades de los discursos y atecemos las riendas de nuestros egos. El país clama que estemos unidos. No son tiempos para la indiferencia, ni el  odio ni las revanchas.

El próximo 22 de abril se cumple el primer mes de la emergencia económica, social y ecológica que el gobierno nacional declaró mediante decreto 458. Los invito a hacer el balance, animados por un único interés de servicio al país.

Aquí, como sentenció el historiador israelí Yuval Noah Harari, todo está en juego. Lo que el país decida en estos meses, cambiará para siempre las reglas de la política, de la banca, de la industria, de la educación, del funcionamiento del Estado, de las lógicas del trabajo, de la política de migraciones, del cuidado del medio ambiente. Y de lo que estudie y apruebe este Congreso, dependerá el rumbo que les demos finalmente.

Hoy, como ven, estamos reescribiendo nuestra historia.

Ya hay capítulos en curso, como la conciencia que, a partir de la emergencia, hemos despertado sobre las mayores y definitivas inversiones que debemos hacer para dignificar la salud y el cuerpo médico, reenfocar la educación y, muy importante, apoyar el menesteroso sistema nacional de ciencia.

Pero necesitamos una economía más solidaria, como la que hemos sido capaces de desarrollar durante estos días, para zanjar las protuberantes brechas sociales que han quedado al descubierto.

Si la vida legislativa consiste en reivindicar la ilusión de quienes nos eligieron, no hay dudas, honorables senadores, sobre lo que este momento significa.

Hagamos lo que nos corresponde; hagamos lo correcto.

Esta es la peor de todas las pandemias, pero nunca antes una de ellas nos había convocado tanto.

No la esparábamos. Tampoco estábamos preparados. Pero encontraremos en la vulnerabilidad que nos dejó, el poder para transformarnos.

Con optimismo, y sin soltarnos de la mano de Dios, ¡saldremos adelante!

Por: Luz Helena Salgado Muñoz

Posted by Elías

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