TAIWÁN PUEDE AYUDAR, MÁS ALLÁ DE LOS 23 MILLONES DE ARGUMENTOS QUE REPRESENTAN CADA UNO DE SUS HABITANTES.
Por: Chih Cheng Han.
Casi dos décadas después de haber dado inicio al siglo XXI, inmersos en un mundo cada vez más globalizado, donde las fronteras físicas ya no representan un límite para estar interconectados, presumiríamos que la humanidad entera, sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social, goza plenamente del derecho a la Salud.
Con el fin de establecer parámetros en torno de la salud, prevenir epidemias y enfermedades, crear estrategias para luchar y aunar esfuerzos en pro de brindar bienestar a los pueblos en equilibrio con su entorno, etc.; se desarrolla anualmente la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) órgano decisorio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la intervención de los Estados Miembros, cuyo objetivo plasmado en la resolución de las Naciones Unidas, señala:
Al emprender juntos este viaje (Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible), prometemos que nadie se quedará atrás (Resolución A/RES/70/1).
No obstante, a tan solo pocos años de haber propuesto la ONU esa conmovedora declaración “nadie se quedará atrás” de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y con los desafíos que la humanidad enfrenta a diario en términos de salud, sostenibilidad y desastres naturales, la República de China (Taiwán) se ha visto excluida en invitación para asistir a la Asamblea Mundial de la Salud en calidad de Observador. Lamentablemente, el viaje que la ONU – OMS ha emprendido está dejando atrás a los 23 millones de habitantes de Taiwán, vulnerando sus derechos y creando una brecha cada vez más amplia entre la población y el resto del mundo.
Sin embargo, conscientes de la gran responsabilidad que implica blindar en términos de salud, no solamente a sus habitantes sino a la comunidad en general y a pesar de no recibir invitación en los años 2017 y 2018, Taiwán se ha esforzado por participar en las reuniones técnicas, mecanismos y actividades de la OMS y la AMS ya que la apertura cada vez mayor de fronteras ha generado nuevos desafíos a la prevención y el control de enfermedades contagiosas transnacionales. Taiwán, ubicado en el centro del Indo-Pacífico, con un movimiento frecuente de bienes y personas, tiene la gran necesidad de prevenir epidemias.
Con éxito, Taiwán ha transformado su papel a nivel internacional, pasando de ser receptor de ayuda a proveedor de asistencia. Ha creado un Seguro Nacional de Salud que ofrece cobertura universal sanitaria a nacionales y extranjeros, sin dejar a nadie atrás. Ha establecido un sistema integral de prevención de enfermedades y ha organizado numerosos talleres de formación dirigidos a desarrollar capacidades para prevenir enfermedades y manejar emergencias de salud beneficiando a los países en desarrollo de la región de Asia-Pacífico, sudeste asiático, Latinoamérica y el Caribe, así como la región africana.
A pesar que el pueblo colombiano participe en la AMS, tiene compatriotas radicados en la Isla, de turismo y en tránsito que se pueden ver afectados seriamente por la ausencia de Taiwán en los programas mencionados; lo mismo ocurre con nacionales de todas partes del mundo, quienes viajan a Taiwán, hacen tránsito, exportan sus productos al país e importan bienes provenientes del mismo. No es un tema aislado respecto a las personas o rubros que se vean afectados en la Isla y salen de ella, también cobija virus o epidemias de aquellos que transitan por el país, de los bienes y materias primas que ingresan a Taiwán y que pueden generar catástrofes internas que llegan desde afuera.
Es hora que la sociedad internacional tome conciencia sobre la necesidad que representa reconocer y defender el derecho de los taiwaneses por participar al igual que el resto del mundo en el sistema de prevención de epidemias en base de igualdad. Taiwán ha demostrado que puede ayudar y más allá de los 23 millones de argumentos que representan cada uno de sus habitantes, prevalece al bienestar de los pobladores a nivel mundial.